Desmond, of course

Hoy, final y definitivamente hoy, la mejor serie de los últimos tiempos llega a su fin.

Después de 6 temporadas y algo más de cien intensos capítulos (121 en total), LOST desvela hoy el final de una trama que lleva tejiéndose a manos de Damon Lindelof, Jeffrey Lieber y JJ. Abrams desde 2004 y que tiene millones de adeptos en todo el mundo.

La cadena americana ABC, dueña de la serie, emite hoy el FINALE y, al tiempo que apuran las horas para conocer el desenlace, todos los «losties» del planeta se preguntan qué ocurrirá, cuál será ese esperado toque final…

Yo además me pregunto: ¿Qué personaje morirá en este último episodio? (porque doy por hecho que alguien caerá, como siempre en las grandes ocasiones) y, sobre todo, ¿cuál será el dato definitivo?

Yo, obviamente, me inclino por Desmond Hume. El escocés es una de las piezas clave de la serie que ha conseguido desconcertarme.

Al principio,cuando le conocimos indefenso en su búnker con la vital misión de teclear los famosos números para evitar el colapso de la isla, parecía que todo se iba a quedar en eso: en un tarado.

Sin embargo, el protagonista de una de las tramas de amor más intensas de la serie, se ha revelado en esta última temporada (aunque ya en otras anteriores apuntaba maneras) como un auténtico estratega y eje fundamental de la trama.

Su aparente inmunidad a la radiación magnética y su visión mágica y anticipada del futuro, han hecho de él el director de orquesta que guía a todos los personajes en esa especie de «futuro» que se nos desvelaba en esta sexta temporada y en el que todos viven en Los Ángeles y parece como que nada ocurrió.

Por eso, (y no es que yo sea especialmente visionaria, sino que parece haber quedado claro últimamente), me aventuro a decir que él tendrá en sus manos la clave del gran final de esta espectacularmente bien tejida trama de ciencia-ficción.

Pero además, me inclino a creer lo siguiente: ocurrirá algo (no sé exactamente qué), que pondrá a los participantes en una situación tan de vida o muerte que Desmond tendrá que tomar una difícil decisión: dejar morir a la isla y todos sus habitantes pero morir «felices con la experiencia vivida» o activar un mecanismo que la haga hundirse para siempre y que, además, borre de sus memorias (incluida la suya) para siempre todo recuerdo o noción de haber estado allí o de haberse conocido. El premio: que con esta nueva vida conseguirán la felicidad que ninguno de ellos tenía cuando se estrellaron.

Pero además, creo queda en el aire una pregunta trascendental: ¿Conseguirá el capítulo final cerrar correctamente la historia y dejar resueltos todos los enigmas y, con ello, satisfacer las espectativas de los fans?

La verdad, lo dudo. Mejor no hacerse muchas ilusiones.

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